Félix en África

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Pocos saben que el continente africano marcó los inicios de la carrera de Félix como divulgador. Sobre cómo la exaltación por la caza de la imagen le llevó incluso a ejercer, de forma puntual, como guía de safaris fotográficos. Pero quizá, lo más desconocido sea como la cuna de la Humanidad determinó la esencia de su mensaje que, contrariamente a lo que la mayoría piensa cuando evoca al divulgador, no eran los animales sino la condición del ser humano como fenómeno pensante en la aventura de la vida.

En 1965, casi diez años antes de que se empezara a emitir “El Hombre y la Tierra” Félix propone a RTVE que le mande a África a filmar varios reportajes para la serie “A Toda Plana”. En enero de 1966 parten hacia el continente negro un “equipo” de dos personas: Félix y un cámara de televisión, con el objetivo de volver con cuatro películas de media hora sobre los animales de las grandes sabanas africanas y los pigmeos bambuti de la selva del Ituri en el Congo. Aquel fue un viaje que le marcó. Tras varias semanas por Kenia, Tanzania y el Congo Félix vuelve a España enamorado y trasformado.

Aquellos pequeños hombres con los que tuvo la fortuna de convivir, le permitieron mirarse cara a cara, a través del espejo del tiempo, con el hombre del paleolítico. Entenderse a sí mismo, más allá de las encorsetadas creencias de la sociedad moderna post industrial a la que pertenecemos; sintonizar con el pálpito profundo de una humanidad salvaje de cientos de miles de años de libertad, le hicieron comprender la trascendencia del mensaje que impregnó su apasionada vocación como comunicador: El futuro de la humanidad y del planeta estaban en jaque si no recuperábamos el sentido de pertenencia a la gran madre, que habíamos olvidado en unos pocos miles de años de vida domesticada. Como el mismo escribió en una carta en marzo de ese mismo año a su amigo Jean F. Terrasse

“Después de conocer África he comprendido mejor aún nuestra calidad de eslabones en una cadena infinita. Nosotros estamos exactamente entre el animal y el hombre. El hombre, ese ser inteligente, equilibrado, caritativo, magnánimo, que no ha llegado aún a la tierra; el animal ya está terminando. En medio estamos nosotros, que añoramos al serenidad infinita del animal y no comprendemos la grandiosidad fría del hombre futuro. Una posición verdaderamente incómoda. (…)”

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Tras esta primera incursión, Félix viajaría a África casi todos los años hasta 1974. Fruto de aquellos viajes nos quedan las series que publicó en el semanario de “Blanco y Negro” y que causaron un verdadero impacto mediático. En una época en que los primeros reportajes socioeconómicos internacionales veían la luz, Félix nos acercó la fauna y los pueblos del mítico continente africano. Tal y como otros periodistas cubrían conflictos internacionales, Félix era enviado a trasladarnos lo que recogía de aquellas aventuras por el continente vecino.

Cuarenta años después de aquellos viajes, la Fundación recupera material de las series de “Blanco y Negro”, “La Actualidad Española”, varios libros y capítulos sobre África así como maravillosas grabaciones para la radio y junto a las imágenes inéditas que captó como fotógrafo, brinda la oportunidad a un grupo reducido de viajeros de revivir los pasos de mi padre por África. Arropados por la vibrante voz de Félix, conocerán como guiados por su mano y mirada los misterios de Kenya. Nos proponemos seguir recuperando y relanzando más viajes a otros países de África así como a otros continentes que tuvo la suerte de conocer y explorar y sobre los que nos dejó profundas y apasionadas impresiones y reflexiones. Hoy más que nunca estos documentos y viajes a lugares a punto de desaparecer como tales cobran, si cabe, más importancia.

Porque hoy más que nunca, en su voz y su mensaje de amor a la tierra, Félix sigue vivo entre nosotros.

Odile Rodríguez de la Fuente
Texto publicado el 10 de noviembre de 2009 en el diario El Mundo


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Aventura de la vida en Kenya


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Debo reconocer que desde que se inició la singladura de la Fundación, este es uno de los proyectos, que más me emocionan. Esta serie de viajes La aventura de la vida en Kenya que recuperan los pasos de mi padre por este país, rescatan una de las facetas más desconocidas pero más importantes de su vida. África fue determinante no sólo por marcar los inicios de su carrera como divulgador sino por ser una fuente de inspiración importantísima en su visión del hombre y la tierra. El continente africano también representó el lugar al que mi padre se “escapaba” para reencontrarse, cuando la presión de trabajo era excesiva.

Podríamos decir que en África mi padre se encontraba como en casa, reviviendo sensaciones parecidas a las de su infancia, de libertad cercana a la cuna de la humanidad.

En África, Félix alimentaba su espíritu de sensaciones y vivencias, se convertía en el observador que recogía sabiduría de la misma fuente de la vida para luego trasladarnos apasionadamente sus conclusiones como relator. Para entender la obra y visión de Félix es muy importante conocer su pasión por África y este primer viaje le dará esa oportunidad única a un pequeño grupo de personas que sentirán y vivirán Kenya a través de los ojos de Félix.”

Odile Rodríguez de la Fuente


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Extracto original de una carta escrita por Félix desde África

África asombra al enamorado de la naturaleza, le sumerge a uno en otras épocas, le lleva a los tiempos mágicos en que nacieron nuestros espíritus: una Europa cubierta de inmensas praderas por las que discurren ríos de bisontes, caballos salvajes, ciervos, renos; una Europa en la que se escucha todavía el barrito del mamut y el canto de la manada de lobos, bajo un cielo cubierto por las escuadras de gansos, las grullas y los patos salvajes. Todo, esto, a escala tropical, son los grandes parques de África. Pasar allí unos días es como volver a nuestro propio pasado, es como agarrarse desesperadamente al cuerpo de una madre que agoniza.

Después de conocer África he comprendido mejor aún nuestra calidad de eslabones en una cadena infinita. Nosotros estamos exactamente entre el animal y el hombre. El hombre, ese ser inteligente, equilibrado, caritativo, magnánimo, que no ha llegado aún a la tierra; el animal ya se está terminando. En medio estamos nosotros, que añoramos la serenidad infinita del animal y no comprendemos la grandiosidad fría del hombre futuro. Una posición verdaderamente incómoda.


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Escrito por Félix Rodríguez de la Fuente en una carta dirigida a su amigo Jean F. Terrasse, en marzo de 1966.