Nuestro segundo viaje por tierras africanas ha sido como a Félix le hubiera gustado, un periplo naturalista en estado puro.
Nos  ha hecho frío, mucho frío en Kenya y Tanzania , pero el calor que  necesitábamos para sentir la aventura de la vida con los cinco sentidos,  lo ha aportado el grupo humano que ha compuesto como en la primera  expedición este fascinante safari.
Hemos visitado una vez más  Samburu, un espacio natural protegido, no muy frecuentado por el  turismo habitual en Africa Oriental, y de gran calidad ambiental. una  vez mas la altanera Cebra de Grevy nos ha cautivado con su poderío y su  soledad intrigante.
También Maasai Mara, en esta ocasión en  plena ebullición migratoria de las grandes especies de fitófagos que a  tantos dan de comer por ahí. Tuvimos la oportunidad de apreciar, la  organización telúrica e instintiva que mantienen cientos de miles de Ñus  y de búfalos para aprovechar al máximo la energética alfombra vegetal  de la gran sabana. Siempre en fila, siempre adelante, siempre  unidos...
El río Mara estaba plagado de grandes carroñeras  aprovechando la acumulación de cadáveres de grandes herbívoros que  habían perecido en ese punto del planeta en el que la Selección Natural  se materializa sin reparos , trucos o trampas.
Este  espectáculo conmovió al grupo y pasamos largo tiempo en silencio velando  a las reses muertas y observando como la muerte se convertía en vida  nueva para las especies de buitres que aprovechaban sus carcasas de  piel, huesos ,sudor y sangre.
Los amantes de los pájaros  disfrutaron de lo lindo en el corazón del Lago Baringo. Muchas especies  estaban criando y su actividad atrapó nuestros corazones para siempre.  Tanta vida al margen de los humanos, tanta variedad, tantos colores...  todo un mundo independiente y fuerte, ante nuestros ojos humanos.  Reconozco que sin que nadie se apercibiera de ello eché unas lagrimitas  emocionadas cuando entramos en la ciudad de los tejedores sociales. A un  palmo del agua colgaban miles de nidos y decenas de miles de inquilinos  que se afanaban como nunca para aprovechar el tiempo de la  reproducción. Africa y sus hijos a nuestro lado, Félix estaba allí, lo  comentamos y seguimos ruta con el pensamiento puesto en nuestro guía de  siempre. Por él y para él.
Dejamos Kenya y entramos de lleno  en el grandioso Serengueti. En Seronera instalamos nuestro campamento y  desde él recorrimos cada día la cartografía única de ese paraíso en el  que la naturaleza se muestra auténtica y desnuda.
Leones y más  leones, elefantes y jirafas. Las noches animadas por Fisi , la hiena, a  diez metros escasos de nuestras tiendas y también los chacales con su  capacidad para darle argumento a nuestras tristes linternas. Cada noche  en Seronera, sus ojos brillaban mas que las estrellas y su curiosidad  por los humanos, les hacían los dueños de nuestras sensaciones.
La  voz de Félix y las imágenes, filmadas por él y aportadas por la  Fundación, le hacían permanecer siempre a nuestro lado, inspirando  nuestras conversaciones y acompañando a un grupo unido como una piña que  se considera intelectualmente herederos del gran naturalista.
Después  vino el Lago Victoria ,con sus hadas. y digo bien, porque justo  llegamos cuando estaban transformándose en adultos millones de larvas de  libélula. Sucesión de imágenes nocturnas difíciles de olvidar y que  una vez más nos recuerdan la importancia de lo pequeño frente a lo  espectacularmente poderoso de las especies animales en en Africa mítica.
Félix  ponía su óptica comprensiva sobre todos y cada uno de los seres y  nosotros en este viaje hemos hecho lo mismo, resaltando sobre todo el  contexto más que la parte épica que aportan algunas de las especies más  emblemáticas como el león o el leopardo.
Por último el Crater  del Ngnorongoro, nos recibió con sus neblinas y sus escarpaduras. Con  la palma de esa gran mano tropical abierta en la que fauna y flora le  convierten en una caldera volcánica animada y viva como ninguna otra en  el planeta.
De nuestra visita al cráter resaltaría dos  escenas. Una leona en solitario cazando un ñu adulto a la velocidad del  rayo y un nutrido grupo de tántalos -cigueñas africanas- aprovechando el  baño de los hipopótamos para pescar al lado mismo de sus lomos  primitivos.
En definitiva, la segunda edición de esta aventura de la vida en África, ha sido todo un éxito, con un material humano de  primera , que atesora ya la mistad de sus compañeros de viaje entre los  que me incluyo de por vida, y la alegría de compartir las experiencias y  los escenarios naturales en los que Félix Rodriguez de la Fuente,  creció como estudioso y guardián de la vida mas pura.
 

 
 
 
 
 Entradas
Entradas
 
