27 sept 2010 12:55 p. m.

La aventura de la vida en África | Luis Miguel Domínguez


Nuestro segundo viaje por tierras africanas ha sido como a Félix le hubiera gustado, un periplo naturalista en estado puro.
Nos ha hecho frío, mucho frío en Kenya y Tanzania , pero el calor que necesitábamos para sentir la aventura de la vida con los cinco sentidos, lo ha aportado el grupo humano que ha compuesto como en la primera expedición este fascinante safari.
Hemos visitado una vez más Samburu, un espacio natural protegido, no muy frecuentado por el turismo habitual en Africa Oriental, y de gran calidad ambiental. una vez mas la altanera Cebra de Grevy nos ha cautivado con su poderío y su soledad intrigante.
 
También Maasai Mara, en esta ocasión en plena ebullición migratoria de las grandes especies de fitófagos que a tantos dan de comer por ahí. Tuvimos la oportunidad de apreciar, la organización telúrica e instintiva que mantienen cientos de miles de Ñus y de búfalos para aprovechar al máximo la energética alfombra vegetal de la gran sabana. Siempre en fila, siempre adelante, siempre unidos...
 
El río Mara estaba plagado de grandes carroñeras aprovechando la acumulación de cadáveres de grandes herbívoros que habían perecido en ese punto del planeta en el que la Selección Natural se materializa sin reparos , trucos o trampas.
Este espectáculo conmovió al grupo y pasamos largo tiempo en silencio velando a las reses muertas y observando como la muerte se convertía en vida nueva para las especies de buitres que aprovechaban sus carcasas de piel, huesos ,sudor y sangre.
 
Los amantes de los pájaros disfrutaron de lo lindo en el corazón del Lago Baringo. Muchas especies estaban criando y su actividad atrapó nuestros corazones para siempre. Tanta vida al margen de los humanos, tanta variedad, tantos colores... todo un mundo independiente y fuerte, ante nuestros ojos humanos. Reconozco que sin que nadie se apercibiera de ello eché unas lagrimitas emocionadas cuando entramos en la ciudad de los tejedores sociales. A un palmo del agua colgaban miles de nidos y decenas de miles de inquilinos que se afanaban como nunca para aprovechar el tiempo de la reproducción. Africa y sus hijos a nuestro lado, Félix estaba allí, lo comentamos y seguimos ruta con el pensamiento puesto en nuestro guía de siempre. Por él y para él.
 
Dejamos Kenya y entramos de lleno en el grandioso Serengueti. En Seronera instalamos nuestro campamento y desde él recorrimos cada día la cartografía única de ese paraíso en el que la naturaleza se muestra auténtica y desnuda.
 
Leones y más leones, elefantes y jirafas. Las noches animadas por Fisi , la hiena, a diez metros escasos de nuestras tiendas y también los chacales con su capacidad para darle argumento a nuestras tristes linternas. Cada noche en Seronera, sus ojos brillaban mas que las estrellas y su curiosidad por los humanos, les hacían los dueños de nuestras sensaciones.
 
La voz de Félix y las imágenes, filmadas por él y aportadas por la Fundación, le hacían permanecer siempre a nuestro lado, inspirando nuestras conversaciones y acompañando a un grupo unido como una piña que se considera intelectualmente herederos del gran naturalista.
 
Después vino el Lago Victoria ,con sus hadas. y digo bien, porque justo llegamos cuando estaban transformándose en adultos millones de larvas de libélula. Sucesión de imágenes nocturnas difíciles de olvidar y que una vez más nos recuerdan la importancia de lo pequeño frente a lo espectacularmente poderoso de las especies animales en en Africa mítica.
 
Félix ponía su óptica comprensiva sobre todos y cada uno de los seres y nosotros en este viaje hemos hecho lo mismo, resaltando sobre todo el contexto más que la parte épica que aportan algunas de las especies más emblemáticas como el león o el leopardo.
Por último el Crater del Ngnorongoro, nos recibió con sus neblinas y sus escarpaduras. Con la palma de esa gran mano tropical abierta en la que fauna y flora le convierten en una caldera volcánica animada y viva como ninguna otra en el planeta.
 
De nuestra visita al cráter resaltaría dos escenas. Una leona en solitario cazando un ñu adulto a la velocidad del rayo y un nutrido grupo de tántalos -cigueñas africanas- aprovechando el baño de los hipopótamos para pescar al lado mismo de sus lomos primitivos.
 
En definitiva, la segunda edición de esta aventura de la vida en África, ha sido todo un éxito, con un material humano de primera , que atesora ya la mistad de sus compañeros de viaje entre los que me incluyo de por vida, y la alegría de compartir las experiencias y los escenarios naturales en los que Félix Rodriguez de la Fuente, creció como estudioso y guardián de la vida mas pura.